Voici ci-dessous l'article en espagnol des évangélistes autochtones Mexicains, les Tzoztils qui se convertissent sans même la Dâawa à a religion d'Allah en masse. Ces Mexicains laissent la secte évangéliste et embrassent la religion pure d'Allah qui est l'Isam. Des centaines de personnes laissent l'évangélisme et deviennent Musulmanes à San juan Chamula:
Source: Yahoo Mexico.
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Chis., junio 12 (EL UNIVERSAL).- A lo largo del periférico norte, la zona donde viven más de 100 mil tzotziles evangélicos, están incrustadas desde 1995 las células familiares nativas y españolas que practican el Islam. El uso del pañuelo en las mujeres distingue a los seguidores del profeta Mahoma, en un lugar donde se multiplican las iglesias evangélicas.
Jania es una de las mujeres que desde hace 16 años usa el velo islámico. Es una de las primeras creyentes en Alá, además de que vivió en la primera comunidad islámica que llegó a agrupar alrededor de 300 fieles, a través del impulso por parte del emir Nafia, de origen español.
Años después, los tzotziles, la gran mayoría nativos de San Juan Chamula, Chiapas, decidieron romper por diferentes motivos con la comunidad, donde aprendieron panadería, carpintería, sastrería, cocina y, sobre todo, a dejar de comer cerdo y orar cinco veces al día con dirección a la Meca.
A partir de ese momento, varias familias regresaron a sus hogares, pero ya no volvieron a la Biblia, sino se mantuvieron fieles al Corán. Algunas mujeres se casaron con españoles y jóvenes tzotziles contrajeron matrimonio con féminas rubias de ojos azules, que los llevó a vivir a la región de La Alpujarra, España.
Cada una de esas familias que se rompieron con los españoles volvieron a reencontrarse, pero ya no decidieron vivir comúnmente, sino en sus hogares y reencontrarse en los momentos de oración diurna, el día viernes para guardar, así como en el Ramadán (tradición que se práctica en el noveno mes del calendario musulmán, en el que los creyentes realizan el ayuno diario desde el amanecer hasta que se pone el sol).
Los hombres volvieron a sus oficios, los cuales consistían en cuidar sus puestos de frutas y verduras en el mercado “José Castillo Tiellmas”, manejar taxis o como albañiles en San Cristóbal.
Manuel Gómez Chechev, de 59 años, quien adoptó el nombre de Mohamed, es uno de los imanes que surgieron al romper con los españoles. “Ya no queríamos estar con ellos. Nunca nos acostumbramos a vivir encerrados”, recuerda el hombre que abrazó el Islam en 1995, junto con Domingo López Ángel, un chamula que llegó al Congreso local como diputado del PRD.
En la última oración del día, Mohamed se postra con dirección a La Meca. Entre su cama y un ropero coloca una alfombra roja y empieza a clamar a Alá, mientras que las mujeres preparan los alimentos, extraen agua de una noria o cosen prendas típicas de los tzotziles.
A un lado de la recámara de Mohamed se ha habilitado un espacio para la madraza, donde los niños llegan a aprender los principios del Islam y a memorizarse el Corán, de modo que muchos menores pueden conversar en tzotzil y español y rezar en árabe.
La enseñanza del Corán
Alrededor de una veintena de infantes de los barrios La Hormiga, Ojo de Agua y El Molino acuden todas las tardes para recibir las enseñanzas de un joven de 20 años de edad, quien fue el primero de la comunidad tzotzil en memorizar en su totalidad el Corán.
Muchos de los pupilos que se congregan en la casa de Mohamed son sus nietos, sobrinos e hijos de los conversos al Islam, muchos de ellos han peregrinado a La Meca en más de una ocasión.
Mohamed no se cansa en agradecer el esfuerzo que hizo el emir Nafia, quien se encargó de llevarlos a Arabia Saudita durante un mes, lapso en que tuvo la oportunidad de conocer Inglaterra y España. “En eso estamos muy agradecidos, porque el emir nos llevó a hacer el jash a La Meca”, explica Manuel Gómez Chechev.
Este hombre cuyo oficio era la albañilería asegura que quieren ver crecer su escuela coránica y tiene fincada su esperanza en su hijo Manuel Gómez, quien se casó con Yanna, hija del español Esteban López, conocido como Idriss, con quien procreó a los menores Isail y Laila.
Mohamed no ha perdido contacto con su hijo que vive en la región de La Alpujarra, se comunica frecuentemente por teléfono o por internet. Habla con su vástago que aprendió el oficio de la carpintería y le cuenta sus proyectos.
Gómez Chechev dice que uno de sus sueños es ver de regreso a su hijo con sus dos nietos y su nuera Yanna a San Cristóbal de las Casas, para impulsar la comunidad islámica que él lidera.
“Quiero que mi hijo sea el imán”, suelta el tzotzil que también tiene entre sus planes que otros de sus hijos viajen a España para que estudien más sobre el Islam y así poder crear células de líderes en la zona norte de San Cristóbal de las Casas, con el fin de expandir más esta creencia entre los miles de evangélicos.
Otro de los proyectos de Mohamed es juntar a las familias que viven en El Molino, La Hormiga y Ojo de Agua en un sólo grupo, bajo una misma madraza y una mezquita con torres y una bocina para llamar a los fieles a la oración como se acostumbra en otros países.
El primer reto para conseguirlo es vencer la división que impera entre los distintos grupos, porque de seguir divididos o peleados “nunca lo vamos a conseguir. Vamos a lograr que nuestra religión crezca y se fortalezca”.
Jania es una de las mujeres que desde hace 16 años usa el velo islámico. Es una de las primeras creyentes en Alá, además de que vivió en la primera comunidad islámica que llegó a agrupar alrededor de 300 fieles, a través del impulso por parte del emir Nafia, de origen español.
Años después, los tzotziles, la gran mayoría nativos de San Juan Chamula, Chiapas, decidieron romper por diferentes motivos con la comunidad, donde aprendieron panadería, carpintería, sastrería, cocina y, sobre todo, a dejar de comer cerdo y orar cinco veces al día con dirección a la Meca.
A partir de ese momento, varias familias regresaron a sus hogares, pero ya no volvieron a la Biblia, sino se mantuvieron fieles al Corán. Algunas mujeres se casaron con españoles y jóvenes tzotziles contrajeron matrimonio con féminas rubias de ojos azules, que los llevó a vivir a la región de La Alpujarra, España.
Cada una de esas familias que se rompieron con los españoles volvieron a reencontrarse, pero ya no decidieron vivir comúnmente, sino en sus hogares y reencontrarse en los momentos de oración diurna, el día viernes para guardar, así como en el Ramadán (tradición que se práctica en el noveno mes del calendario musulmán, en el que los creyentes realizan el ayuno diario desde el amanecer hasta que se pone el sol).
Los hombres volvieron a sus oficios, los cuales consistían en cuidar sus puestos de frutas y verduras en el mercado “José Castillo Tiellmas”, manejar taxis o como albañiles en San Cristóbal.
Manuel Gómez Chechev, de 59 años, quien adoptó el nombre de Mohamed, es uno de los imanes que surgieron al romper con los españoles. “Ya no queríamos estar con ellos. Nunca nos acostumbramos a vivir encerrados”, recuerda el hombre que abrazó el Islam en 1995, junto con Domingo López Ángel, un chamula que llegó al Congreso local como diputado del PRD.
En la última oración del día, Mohamed se postra con dirección a La Meca. Entre su cama y un ropero coloca una alfombra roja y empieza a clamar a Alá, mientras que las mujeres preparan los alimentos, extraen agua de una noria o cosen prendas típicas de los tzotziles.
A un lado de la recámara de Mohamed se ha habilitado un espacio para la madraza, donde los niños llegan a aprender los principios del Islam y a memorizarse el Corán, de modo que muchos menores pueden conversar en tzotzil y español y rezar en árabe.
La enseñanza del Corán
Alrededor de una veintena de infantes de los barrios La Hormiga, Ojo de Agua y El Molino acuden todas las tardes para recibir las enseñanzas de un joven de 20 años de edad, quien fue el primero de la comunidad tzotzil en memorizar en su totalidad el Corán.
Muchos de los pupilos que se congregan en la casa de Mohamed son sus nietos, sobrinos e hijos de los conversos al Islam, muchos de ellos han peregrinado a La Meca en más de una ocasión.
Mohamed no se cansa en agradecer el esfuerzo que hizo el emir Nafia, quien se encargó de llevarlos a Arabia Saudita durante un mes, lapso en que tuvo la oportunidad de conocer Inglaterra y España. “En eso estamos muy agradecidos, porque el emir nos llevó a hacer el jash a La Meca”, explica Manuel Gómez Chechev.
Este hombre cuyo oficio era la albañilería asegura que quieren ver crecer su escuela coránica y tiene fincada su esperanza en su hijo Manuel Gómez, quien se casó con Yanna, hija del español Esteban López, conocido como Idriss, con quien procreó a los menores Isail y Laila.
Mohamed no ha perdido contacto con su hijo que vive en la región de La Alpujarra, se comunica frecuentemente por teléfono o por internet. Habla con su vástago que aprendió el oficio de la carpintería y le cuenta sus proyectos.
Gómez Chechev dice que uno de sus sueños es ver de regreso a su hijo con sus dos nietos y su nuera Yanna a San Cristóbal de las Casas, para impulsar la comunidad islámica que él lidera.
“Quiero que mi hijo sea el imán”, suelta el tzotzil que también tiene entre sus planes que otros de sus hijos viajen a España para que estudien más sobre el Islam y así poder crear células de líderes en la zona norte de San Cristóbal de las Casas, con el fin de expandir más esta creencia entre los miles de evangélicos.
Otro de los proyectos de Mohamed es juntar a las familias que viven en El Molino, La Hormiga y Ojo de Agua en un sólo grupo, bajo una misma madraza y una mezquita con torres y una bocina para llamar a los fieles a la oración como se acostumbra en otros países.
El primer reto para conseguirlo es vencer la división que impera entre los distintos grupos, porque de seguir divididos o peleados “nunca lo vamos a conseguir. Vamos a lograr que nuestra religión crezca y se fortalezca”.
Commentaire